Eduardo Camavinga fue el contraejemplo que debería mirar Vinicius Jr. El mediocampista francés tocó 45 pelotas, dio 26 pases (con una precisión de entregas de 85%), aportó dos pases claves para generar situaciones de riesgo y completó exitosamente los 3 intentos de gambetas. En defensa sumó 3 recuperaciones y ganó 8 de sus doce duelos individuales. Camavinga, además, fue una de las llaves tácticas del partido, al aparecer de manera sorpresiva como “falso 8″en el esquema 4-1-4-1 (que defensivamente fue 4-4-2) implementado por Xabi Alonso. Metió un firulete en la acción previa a pasarle el balón a Bellingham y que terminó en el penal por mano de Eric García.
Si en aquella práctica lo que intentó charlar Ancelotti con él fue para que le dé velocidad y dinamismo a su toque y movilidad, seguro el italiano lo aplaudió desde algún televisor de Brasil.
¿Es donde más le gusta jugar a Camavinga? Seguramente no, lo suyo casi siempre fue estar más centralizado -como se movió más durante la segunda etapa-, pero como buen “soldado” cumplió su libreto a la perfección con pases para adelante y también siendo el primer “buen compañero” del lateral Federico Valverde. Incluso como al uruguayo también le gusta atacar, hubo acciones en las que Valverde subió y quien se quedó cubriéndolo fue Camavinga. El futbolista de la camiseta número 6 tuvo además una salvada monumental a los 40 minutos del primer tiempo llegando con timing al punto penal y enviando al córner una pelota que con seguridad iba a terminar en el 2-2 culé.
“Estoy muy contento porque necesitaban esta sensación de poder ganar un partido grande como es un clásico, además de hacerlo bien y ganarlo bien. El equipo hizo el planteo con mucho convencimiento. El gol de ellos es una pérdida nuestra pero después generamos mucho. La elección es la de hoy pero la energía y la competencia tiene que se repetida con continuidad. Para la gente también era importante ver jugar y ganar así al equipo. Yo creo que disfrutaron hasta en los momentos complicados del clásico”, dijo Xabi Alonso en conferencia de prensa.
Vinícius Jr. volvió a ser titular compartiendo el ataque con Mbappé y Bellingham, relegando al banco a otros futbolistas que también podrían haber jugado desde el arranque, como Franco Mastantuono, Brahim Díaz, Rodrygo y Endrick. El brasileño tuvo un buen partido (generó la acción en la que el juez había cobrado penal de Yamal, pero luego corrigió bien vía VAR), participó de manera directa en el 2-1, enviando el centro pasado que luego cabeceó Militao para la anotación de Bellingham, y fue una pesadilla para toda la defensa blaugrana, en especial para Pedri, que se fue expulsado por doble amonestación y la primera fue por un agarrón sostenido sobre Vinicius para evitar el contraataque. En favor de Vinicius, no suelen verse este tipo de infracciones en el fútbol profesional, en donde un rival queda tan expuesto a la hora de frenar un adversario. Pero...
Volvió a empañar una actuación deportiva con una reacción infantil. A los 26 minutos del segundo tiempo, cuando su entrenador decidió reemplazarlo por Rodrygo, hizo muchísimos gestos manifestándose en contra, no entendiendo la situación. Está claro que no será el primero ni el último futbolista que no le gusta salir, pero acá hubo una sobreactuación del fastidio y, encima, se fue directo al vestuario, no respetando a ninguno de sus compañeros (en especial al que ingresaba) ni al cuerpo técnico. Aunque luego volvió, el error ya estaba cometido. Y al final también fue uno de los que terminó “picanteando” el final la pelea entre los bancos de suplentes.
Alonso fue políticamente correcto luego del partido, declaró muy bien: “¿Vini? Me quedo con muchas cosas buenas del partido que hizo el equipo y Vinicius dentro de eso también hizo cosas muy buenas, pero no quiero perder el foco de lo importante. Esto lo hablaremos, claro, pero me quiero quedar con lo global. Es una victoria importante y merecida, corta porque tuvimos chances para ganar por más diferencia de goles. Pero lo otro lo hablaremos, sí“.
No es la primera reacción cuestionable de Vinicius en un campo de juego. O fuera de él. Cabe recordar el desplante que hizo todo Real Madrid en octubre de 2024: cuando se enteraron que el ganador del Balón de Oro iba a ser Rodrigo, volante de Manchester City, activaron el boicot. No aceptaron que su figura no se quedara con la mayor distinción entre los futbolistas masculinos.
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Vinicius se presentaba como favorito a conseguir el galardón individual más importante, pero ese lunes, unas horas antes de la ceremonia, saltó la noticia de que el Real Madrid no iba a enviar delegación a la capital francesa al pensar que su jugador brasileño no iba a ser coronado. “Lo haré 10 veces si es necesario. No están preparados”, tuiteó Vinicius Jr. No apareció el mensaje “Felicitaciones Rodri”.
Este domingo, casi un año exacto después (363 días) de aquel plantón en París, Vinicius -con ya 25 años- sigue tendiendo reacciones egoístas que lo dejan mal parado. ¿Cómo debe sentirse Mastantuono, que no pudo ingresar ni un minuto? ¿Y su compañero Endick? Real Madrid no ganó por Vinicius, sino por Camavinga, Bellingham y un rendimiento colectivo que superó todo lo inimaginable que puede hacer una individualidad.