Miercoles 15 de Enero de 2025







 24/09/2023 - SALUD
Cuando el cuerpo habla: las secuelas de los malos tratos en la infancia.

Los insultos, las faltas de respeto y las descalificaciones hacia los niños no solo producen graves consecuencias en la salud mental, sino también en la física. Esta forma de violencia se expresa a través de enfermedades y un dolor que se propaga de generación en generación.



Durante la pandemia era común escuchar la pregunta: “¿Qué hacer con los niños en casa? A veces se realizaba desde un lugar de búsqueda de bienestar para ellos, pero la mayoría de las veces era en forma de queja y hasta de burla. Jamás aparecía la pregunta inversa, desde los niños: “¿Cómo convivir las 24 horas con los padres?”, por ejemplo, porque los niños no la hacen.


No es poco común escuchar a los adultos quejarse de los niños y niñas y hasta decir que son “insoportables” o “inaguantables” y otro tipo de adjetivos despreciativos de su condición de niños. Esto de trata de una especie de cultura de cancelación de los niños, que se muestra como hartazgo, impaciencia y falta de empatía. No es algo de ahora, nos acompaña desde siempre.





Los niños y niñas desde que nacen buscan amor, contención y amparo. Por su indefensión e inmadurez necesitan del otro para sobrevivir, tanto en las tareas de asistencia y cuidado como en los afectos. Esa vulnerabilidad, propia del cachorro humano, trae de alguna manera implícita una deuda con ese otro que cuida y que muchas veces hace sentir que se le debe. Esa lógica del dueño o del amo ubica a los niños y niñas en una situación de desigualdad permanente y sin posibilidad de contar lo que piensan y sienten.


Que durante el periodo de la infancia se requiera de soporte y orientación no significa el borramiento del sujeto infantil como sujeto de derechos y deseos. Muchas veces en nombre del cuidado y de la disciplina se producen prácticas que son maltratadoras aunque estén naturalizadas, tanto en el ámbito intrafamiliar o extrafamiliar.


Quédate quieto, callate la boca, agachate, levanta eso ya, vení para acá, son formas naturalizadas de tratar y hablarles a los niños y niñas, dándoles órdenes como si fueran subalternos y faltándoles el respeto. Cuando un niño tira el jugo sobre la mesa en general se lo reprende de mal modo y si esto le pasa a un adulto es raro que otro adulto le llame la atención. La conmiseración entre adultos es un pacto social que no se tiene con la mayoría de los niños.














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