“Juntaron unas falsas firmas, presionaron a los auspiciantes y levantamos el sketch un tiempo. Después volvió sin una imagen bíblica atrás y sin esto (se señala el cuello indicando lo que se colocan allí los sacerdotes católicos). En realidad me ponía el boleto del colectivo en el que viajaba. Me lo enrollaba y me lo ponía para hacer el sketch”, recordó.
A partir del cambio, Alberti empezó a lookear a Peperino de otra manera. “Me compraba una banana y, para que no sea igual al clériman, me pegaba el calco chiquito acá (vuelve a señalar el cuello). Entonces ya no era lo mismo, ya era otra religión”, repasó.
Casero, entonces, volvió sobre el tema de la cancelación para dar una fuerte opinión y oponerse radicalmente. “Sí, siempre hubo. La cancelación es lo peor que puede pasarte. Yo he sido recontra cancelado y te aseguro que cuando te dicen ‘vos no’ es mucho mejor y más claro decir ‘vos estás muerto’”, profundizó.
El recuerdo de lo que fue “Cha Cha Cha” y lo que significó para la televisión
El humor absurdo, surrealista y disruptivo que propusieron tanto De la cabeza como Cha Cha Cha viene muy de la mano de programas que usaban la sátira para representar cuestiones ridículas del presente. Más lejos en el tiempo el grupo Monthy Pyton, en Gran Bretaña, Saturday Night Live, en los Estados Unidos y The Kids in the Hall, en Canadá, son antecedentes de los programas de Casero.
Los gags de Casero y su troup marcaron una escuela que continuó y dejó una estela a lo largo del tiempo. Diferentes ciclos tomaron esa posta en la Argentina, como Delicatessen, Todo por dos pesos, Peter Capusotto y sus videos, y hoy perdura también en la manera de hacer reír a través de las redes sociales.
En la charla, Alfredo Casero revivió aquel comienzo vanguardista. “El principio fue todo una necesidad imperiosa de los artistas. Era bastante difícil ser artista del underground en sí. Yo entré tarde, digamos, porque fui a Chacabuco al 600, el Parakultural nuevo”, comentó.
La mención de Casero tiene que ver con aquel grupo multidisciplinario de artistas under que fue el Parakultural, que primero funcionó en la calle Venezuela, en los 80 y en 1991 en Chacabuco. Por ese lugar, además de Casero, pasaron Humberto Tortonese, Mex Urtizberea, Alejandro Urdapilleta, Carlos Belloso y Diego Capusotto, entre cientos de artistas que, luego, fueron figuras en el mainstream televisivo.
“El primer programa nadie sabía lo que íbamos a hacer. Caímos con dos gallinas, un pato, conejos, porque iba a haber un mago, entonces yo siempre pensé que iba a hacer algo para romperles el cu... Tuvimos que armar lo nuestro, hubo que inventar hasta la edición”, repasó.
“¿Se juntaban y experimentaban?”. Alberti, entonces, recordó su experiencia. “Hacíamos cosas en conjunto, y cada uno cosas de manera solitaria, proponíamos algo y lo hacíamos. Creo que hasta hace muy poco tiempo no fui consciente de lo que hicimos. Recién (me di cuenta) hace unos años. Aparte siempre fui muy reacio al cariño”, reflexionó.
Los momentos más desopilantes que vivieron Alfredo Casero y Fabio Alberti haciendo “Cha Cha Cha”
En ese devenir de gags que iban y venían, mientras construían personajes como Juan Carlos Batman, Don Gilberto Manhattan Ruiz, El Ratón Juan Carlos, Peperino Pómoro, Los Cubrepileta o incluso el ciclo de cortos Potos de película, Casero y Alberti forjaban un estilo. Esto generó que, en el presente su humor siga teniendo un registro viralizable en las redes sociales.
“Menos mal que la locura también es contagiosa. Nosotros salíamos a la calle con una cámara y recién después salió (Fernado) Spiner (realizador del mítico Zona de riesgo en eltrece). En División Burzaco nos hemos cagado a tiros en la calle y las viejas se tiraban en la farmacia, porque a veces no podíamos avisarle a la gente que íbamos a tirar 40 balas de salva de 9 milímetros”, recordó Casero, acerca del recordado sketch.
Entonces, el actor se acordó del día en el que Fabio Alberti lo sorprendió en la grabación de uno de los fragmentos del ciclo. “Hacía de un tipo que va a entrar a un velorio. No me di cuenta que iba a entrar vestido de payaso y tenía dos pelucas, una era la de un payaso y la otra un bisoñé. Casi me muero. Me descomponía”, reconoció.
Casero, además, remarcó que muchos de estos momentos que perduran fueron grabados de corrido. “Fue todo en una toma, para todos los que dicen que éramos colifas, que entrábamos fumando faso. No nos podía pasar nunca en la vida porque soy el más alcahuete del mundo que los molestaba”, lanzó. “Y porque arrancábamos a las siete de la mañana. Primero por el croma, y después por los escenarios. Me iba en bondi de San Telmo hasta Palermo”, aportó Alberti.
Hubo un momento en el que Cha Cha Cha hizo algo muy audaz: salió en vivo. De ese momento, los dos actores coincidieron en que todo “fue una locura”. “Cuando veo eso, siempre digo que nunca fui muy consciente de lo que hacíamos. Lo hacía de la manera que lo hacía y como me gustaba hacerlo y que era con lo que podía. Es el día de hoy que sigo haciendo lo mismo, hago ‘lo que me place’ (imita a un viejo personaje español que interpretaba)”, argumentó Alberti.
En la dinámica de la conversación surgió la historia de cuando salía al aire el programa y volaron muebles por el aire. “Un día tiraron un sillón de una plaza”, dijo Alberti. “Voló prácticamente arriba de Teté Coustarot y me pegó en la espalda. Había que seguir”, remarcó Casero.
Luego recordaron un gag en el que Alberti y Vivian El Jaber estaban en una cita y, alrededor de los dos, caían agua, hojas de árboles y diferentes elementos de utilería hasta que pasó algo más. “Tuvo la mala suerte un productor de zamarrear el decorado. Estos seguían hablando como si nada, les cayó en la cabeza y se siguió como si nada. Me muero si no lo termino arriba y perfecto. ‘¿Me pegó? Sigo’”, sostuvo el comediante.
Entre la mirada del pasado y la visión de futuro, Casero y Alberti recordaron a quienes pasaron por el ciclo. “Hay un montón de gente que empezó laburando con nosotros. A muchos actores les fue muy bien y hemos tenido pérdidas”, reflexionó Alfredo.
Entonces, mencionó a los que ya no están como Daniel Marín, Pablo Cedrón o Mariana Briski y, durante un segundo se quedó callado buscando hilar este pasado que ya no está con lo que se viene, más que nada, desde otra generación. “Hay una magia en realidad que cualquiera la puede hacer. Esto que nosotros hacemos, ojalá que haya pibes que lo hagan porque no termina acá. Yo dirigiré cuando sea viejo”, reflexionó para cerrar.