Asombran los números de Nadal, que cierra su etapa como profesional con 38 años, después de 23 temporadas en el tour con 1080 triunfos, 228 derrotas, 92 títulos en singles (22 de Grand Slam, incluidas las 14 conquistas en el abierto francés), un oro olímpico en singles en Pekín 2008 y una medalla dorada en dobles en Río 2016, más cinco títulos de Copa Davis entre 2004 y 2019.
Tras perder ante Van de Zandschulp, el campeón de 22 Grand Slams reconoció que el momento del adiós lo desbordó: “Ha sido un día emotivo. Sabía que podía ser mi último individual, así me he sentido. Los momentos previos han sido emocionantes, un poco difíciles de gestionar. He intentado hacerlo de la mejor manera posible”. Por más de dos décadas, Nadal dio muestras inmensas de saber controlar sus emociones. Le costó en este último día, sin poder evitar las lágrimas mientras sonaba el himno de España en el Palacio de Deportes José María Martín Carpena, con unos 10.000 espectadores dispuestos a tributarle un homenaje largamente merecido.
“Por supuesto que las emociones con el himno por última vez han sido muy especiales”, expresó al admitir que sintió nervios en medio de los rugidos de sus compatriotas. David Ferrer, el capitán de España, no dudó en darle la oportunidad, aun cuando Rafa no competía desde julio pasado, en los Juegos Olímpicos de París, sobre el polvo de ladrillo de Roland Garros que lo vio coronarse tantísimas veces.
“Se tomó la decisión de que jugara yo, y sabíamos que era una decisión con un poco de riesgo. David nos había visto entrenar a todos y él pensó que era lo adecuado”, consideró el mallorquín. “Lo he intentado y no pudo ser. Uno no puede controlar el nivel que tiene, sólo la actitud, la energía y la determinación, y eso no me ha fallado. Simplemente no he sido capaz de encontrar lo necesario para dar el punto a España”, analizó después de un traspié singular. Fue apenas su segunda derrota en singles de la Copa Davis, veinte años después de la primera, ante el checo Jiri Novak, en 2004, cuando era un chavalito de 17 años. Terminó su ciclo en la Ensaladera con 29 triunfos y 2 caídas individuales, invicto en polvo (19-0), y marca de 8-4 en dobles. “Perdí el primero y el último, se cierra un círculo”, se permitió bromear.
La emoción se apoderó desde temprano del Palacio de Deportes, con decenas de banderas y carteles de “Gracias Rafa” por doquier. El himno le erizó la piel a más de uno, y un minuto de silencio por las víctimas de las inundaciones que provocaron más de 200 muertos en Valencia completaron la ceremonia inaugural.
Van de Zandschulp, 80 del ranking, también se mostró nervioso en esos primeros minutos de juego, algo sobrepasado por la trascendencia del cruce, lo que quedó en evidencia cuando cometió tres dobles faltas seguidas en su primer juego de saque. Años atrás, Nadal hubiera capturado con facilidad ese caramelo regalado. Pero esta versión crepuscular de Rafa dejó pasar la oportunidad. No volvería a tener muchas más chances cuando el neerlandés entró en ritmo y empezó a mostrarse más consistente en los intercambios.
Rafa cedió su saque en el noveno game y arrancó break abajo el segundo. Pronto quedó 4-6 y 1-4; intentó una recuperación cuando logró un quiebre, aupado por el aliento de la multitud. Pero el sueño de una remontada como tantas de las que protagonizó en su carrera concluyó pronto, después de una hora y 53 minutos. Alcaraz prolongó la ilusión con el 1-1 parcial, pero los neerlandeses no dudaron en el dobles.
Entonces, llegó el momento del homenaje. “Me voy del tenis profesional habiendo encontrado muchísimos amigos en el camino. Con la tranquilidad de que, de alguna manera, he dejado un legado no solo deportivo, también personal, porque entiendo que el cariño que recibo alrededor del mundo, si fuera solo por lo que he hecho en la pista, no sería el mismo. He intentado esforzarme cada día para ser mejor, para cumplir objetivos, y he intentado hacerlo desde el respeto, desde la humildad, desde el valorar todas las cosas buenas que me han ido pasando. He intentado algo que para mí es lo más importante en este mundo, que es ser buena persona”, remarcó.