13/10/2024 - DEPORTES
Artur Beterbiev se impuso a Dmitry Bivol en un combate de altísimo nivel entre el ataque, la defensa y el arte
En Arabia Saudita se desarrolló un espectáculo que tuvo muchos condimentos, incluso más allá del boxeo
Nadie habría imaginado hace tres años que esto iba a ocurrir. Y ocurrió. Fue una pelea excelente, de altísimo nivel entre el ataque y el purismo; fueron el poderío físico y el valor de la pegada ante el tecnicismo y la eficacia de los impactos. Ganó por puntos el más fuerte, el ruso-canadiense Artur Beterbiev (78,970 kilos). La obtención del título de campeón mundial de los semipesados unificado (CMB, AMB, FIB, OMB) sobre su compatriota Dmitry Bivol (79,333 kilos), tras doce rounds en el Kingdom Arena de Riad, Arabia Saudita, se debió a una simple y sencilla razón estratégica: saber cerrar una pelea. Beterbiev, que fue dominado con claridad en los primeros rounds por su rival, por momentos con “toque y baile”, nunca mermó en sus intentos, rústicos pero letales cada vez que llegaron a Bivol. Jamás se dio por vencido. El fallo fue mayoritario y polémico. Dos jurados señalaron 115-113 y 116-112 para Beterbiev, y el restante, empate en 114. Los números nuestros fueron de 115-113 para Bivol. Feliz como pocas veces se lo vio, sonriendo y exaltando su barba –larga y desprolija–, el ganador declaró: “A veces he peleado mejor y hoy salió así. Agradezco a Alá y a todo el apoyo de Riad. Si es que gané... y si quiere Dmitry, volvemos a pelear. Estoy feliz: hoy todos los boxeadores del mundo me conocen”. Beterbiev, de 39 años y protagonista de una infancia durísima en regiones chechenas, por primera vez completó el tiempo de un combate. Fue su 20º triunfo, con 19 KO. El jeque local Turki Alalshik, a los 43 años y tras casi un lustro de relación con el boxeo, se afianza paulatinamente en esta industria, aunque nadie sabe si será a perpetuidad o hasta el verano que viene. Así de simple y terminante. Debió aceptar la participación de dos mujeres peleando por un mundial. Aplaudió a la australiana Skype Nicolson, que conservó el cinturón pluma del CMB ante la inglesa Raven Chapman; sus vestimentas tuvieron escotes cerrados y pantaloncitos amplios, casi a la rodilla. Respeto a las costumbres regionales. Esta vez más que nunca, Alalshik fue el eje de la organización. Mas allá de su ligadura a los promotores británicos Eddie Hearn y Frank Warren, su figura sobresalió más que en otras ocasiones. Junto a un gran séquito de colaboradores de impecables túnicas blancas y turbantes albirrojos, tomó el micrófono varias veces y hasta se animó a promocionar futuras confrontaciones pugilísticas con la complicidad de sus invitados. Entre ellos, el mismísimo futbolista brasileño Neymar. Dio la bienvenida a los artistas afroamericanos que protagonizaron un show espectacular pero extenso previo al combate y hasta se dio el lujo de sortear una camioneta de marca alemana –de uno de los patrocinantes del festival–, que ganó una mujer desde un sitio muy popular del estadio, envuelta en un velo negro que cubría todo su cuerpo.
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